lunes, 18 de agosto de 2014

Un libro es magia,
es explorar, ensoñar y fantasear.
Imaginar posibilidades de mundos infinitos,
viajar a lugares tan lejanos e inesperados
que al final nos conducen
al interior de nosotros mismos.


El texto de Michéle Petit nos evidencia una reflexión que se viene planteando hace bastante, sobre la importancia de la literatura y el abordaje de la misma en contextos educativos. Me llamaron la atención dos aspectos: En primer lugar, las experiencias lectoras de Mira Rothemberg, Beatriz Helena Robledo,  Daoud,  Rosalie y  Pilar, todas ellas diferentes pero que compartían el denominador común de haber servido como "puente" de inclusión social de esas personas en contextos difíciles. Me impresionó como la correlación que se pudo hacer entre los niños judíos sobrevivientes del holocausto y la historia relatada de los nativos americanos permitió que los primeros lograran salir de su ostracismo y empezaran a interactuar, gracias a esos relatos, con su nuevo entorno y dejaran de lado poco a poco las secuelas que les marcó la guerra.

Similar fue lo ocurrido con los jóvenes con quienes trabajó Beatriz Robledo, quienes lograron superar poco a poco los traumas de la violencia colombiana gracias a la exposición que tuvieron con la mitología indígena y autóctona del país. En cuanto a Daoud, el hecho de ser un africano inmigrante en Europa lo matricula como un relegado per se, sin embargo, el no se conformó con ese rótulo y gracias a la inmersión que tuvo en las bibliotecas logró salirse del círculo de violencia y exclusión que lo rodeaba.

El segundo aspecto, fue el sentido de la lectura literaria en contexto de violencia y allí hay varios matices, primero, sirve como una válvula de escape ante una agobiante realidad, sin importar el contexto geográfico donde ésta ocurra, los suburbios europeos, los campos colombianos, la guerra mundial, es un elemento que permite a las personas olvidar, así sea temporalmente situaciones desesperantes. Por otro lado, la literatura le posibilita al lector armarse de argumentos, conocer, informarse, no "tragar entero" y no ser una presa fácil de regímenes absolutistas y opresores; muchas veces por eso los dictadores han condenado la lectura, pues saben que es un fuerte competidor para la obtención del dominio simbólico que quieren ejercer sobre el pueblo.


En sí, el texto me pareció bastante completo, tiene excelentes puntos de vista y en nuestra labor docente es una herramienta para darnos cuenta que vamos por el camino correcto y que si cultivamos en nuestros educandos el amor por la lectura y por la literatura podemos contribuir a la formación de una sociedad que tenga mayores posibilidades de gestar un futuro mejor. Bien dice Michéle Petit que la lectura no es la fórmula mágica, pero si es una herramienta de incalculable e incuestionable valor para la humanización de la humanidad.

1 comentario:

  1. Interesante tu lectura y aprecicaciones, sera importante problematizar la frase "cultivar el amor"

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